DIARIO 1 POLICIAS Y LADRONES TOMANDO CAFE

Fondo musical del texto: youtube.com/watch?v=Md_HiTEICsw






Esta noche fría en medio de tantas letras y pequeños sorbos de café, disfruto de la compañía de mis pensamientos, ellos están pintados sobre un lienzo nocturno que tiene de fondo lunares brillantes  estelares que de vez en cuando conectan con las ideas. Han pasado ya varios días, semanas, que parecen momentos eternos en la sensación de incertidumbre que nos acompaña a todos -quizá sincrónicamente- bajo el mismo cielo esta noche. Para mí –René- la voz serena y constante que me acompaña todo el tiempo, es inevitable pensar esta noche en ese juego que de niños nos enseñaron o que aprendimos quizá por cuestiones culturales, policías y ladrones, un juego aparentemente divertido e inocente, en donde asumías un rol al azar que determinaba tus condiciones elementales en las dinámicas del juego, eras perseguidor o perseguido, héroe o villano, juzgado por la sociedad o reconocido como héroe; ahí está el dilema de la dicotomía social que constantemente se nos muestra en más aspectos de la vida de los que podríamos imaginar.  Hoy, esta noche, entiendo un poco más el trasfondo profundo que tenía ese juego en la inocencia de la infancia; recuerdo la historia de una compañera de la licenciatura que viene de un contexto rural, ella me contaba: -René, allá en el pueblo no jugábamos a policías y ladrones porque allá no había presencia policial, allá todos los pelados del pueblo nos íbamos pal monte, cada uno con una rama seca de árbol de apariencia escopetezca,  y nos dividíamos entre la guerrilla y los paramilitares, y ombe René empezábamos un tiroteo imaginario de balas, el problema era cuando las balas empezaban a sonar de verdad y el juego de la imaginación terminaba…
Ahora, saliéndome un poco de la no tan tierna visión sobre los juegos infantiles, pienso en las personas que esta noche no están tomando café en la comodidad de unas letras y unos pensamientos, pienso en este juego de los policías y ladrones de la vida real; los últimos días en varias regiones del país se han visto serios actos violentos por parte de los disfrazados de color fluorecente, ellos, en su juego de rol  impuesto por las dinámicas estatales, asumen una posicion deshumanizada ante la vida muchas veces, y no los juzgo como individuos humanos por esto, finalmente, son los niños que decidieron optar (o no vieron otra opción) por el rol de policía que persigue al ladrón, están cumpliendo las reglas del juego para no perder, para seguir comiendo y tomando tazas de café en compañía de los suyos; sin embargo, eso no quita el hecho de que cuando se ponen el uniforme entran en un discurso que legitima la guerra y la violencia bajo órdenes que los llevan más allá de su noción de humanidad, el uniforme, más allá de la tela y el plástico de colores irritantes, les otorga la capacidad de salirse de su individuo humano y de maquinizar sus pensamientos, de justificar sus actos compulsivos e irritaciones ante la vida en un fogonazo a quemarropa. Pero, lo que realmente convoca mis pensamientos esta noche no son los destellos que emanan del verde fluorecente, es su alteridad, el otro lado del cañon, pues se vuelve problemático cuando en ese juego de roles  los ladrones son las personas  que aparte de estar huyendo de un virus mundial, aparte de no tener una taza de café para calentar sus gargantas, tienen la desdicha de verse involucrados en el papel de ladrones, ladrones porque el ruido de sus tripas los hace salir a las calles a exigir comida para sus estómagos en tiempos de crisis, y lo que obtienen por respuesta es verse situados en el papel del ladrón , del perseguido, del que tiene que huir del hambre, del virus y de su verdugo al mismo tiempo esta noche. ¡Bonito juego el de los policías y ladrones! yo me pregunto: ¿cuál es el uniforme de los pobres? ¿Cuáles son las armas de los pobres? A esto imagino la respuesta del difunto Jaime Bateman (que hoy hace 50 años fundo el movimiento insurgente 19 de abril): ¡la desobediencia! ¡rebeldia! ¡rebeldila! ¡rebeldia! Nuestro uniforme es la rebeldía igual que nuestras armas ante un juego deshumanizante y violento. Ahora mismo, esta noche, pienso que de niño inmerso en las dinámicas del juego, me hubiera gustado detenerlo radicalmente, siguiendo las reiteradas palabras del exguerrillero, y al menos pensar un momento ¿porque no compartir un poco de café entre los dos personajes opuestos en vez de jugar esto? con esto haciendo referencia al dialogo y al destruir esa posición dicotómica del policía y el ladrón, que deshumaniza y le hace una ofrenda a su dios guerra y que históricamente ha estado constituida perpetuamente casi haciéndonos pensar que es una idea completamente lejana a evaporarse ¡pero quien soy yo para tener imaginaciones de ese calibre de incredulidad! Por otro lado,  recordemos en estas letras de la banda the clash, el contexto de las revueltas del carnaval de Notting Hill en 1976 (Inglaterra), una celebración de la cultura caribeña que acabó convirtiéndose en una batalla campal entre negros y policías, en donde se evidencia el juego de policías y ladrones, en donde los policía han sabido jugar muy bien su papel siempre mas alla de su humanidad, siendo el ciego brazo represivo estatal y los ladrones han sido  los negros, los pobres, los rechazados por su simple condición de existencia:
Oh, sí!
Asustar a la nación con sus armas y municiones
La policía y los ladrones en la calle
Oh, sí!
La lucha contra la nación con sus armas y municiones
Asustar, la lucha de la nación
Tiro, disparando sus armas de fuego y municiones
Firmaste con sangre, te has comprometido!
Estas equivocado en todo lo que dices!
Ni siquiera intentes discutir conmigo!
Soy tu superior ni lo intentes!
¿una taza de te?
¿un cigarrillo?
De repente aparece un arma
Y un hombre sosteniendo el arma
¿apretarías el gatillo como si chasquearas los dedos?
¿un gatillo? Sabes….
Hecho del frio metal…

Volviendo a los latidos rítmicos que escucho como pensamientos, pienso que en este momento, hablando desde mi posición de maestro en formación en un pais que ha construido si historia en los cimientos de la violencia y como persona que está ligada a esta cruda realidad, pienso que nuestra más potente arma es la de nuestros pensamientos que en este momento podemos ver reflejados en la escritura,y nuestra forma de violencia ante el mundo inicialmente es la reflexión y el dialogo para generar catarsis como acto liberador y de rebeldía luchando continuamente contra esos uniformes del pensamiento que nos intentan deshumanizar…

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